No vive con nosotros en el piso, él está en la casa del pueblo donde tiene más terreno para correr, porque a mi me gusta estar todo el día tumbada en el sofá, pero él no para quieto!
Al principio no hice buenas migas con el, incluso le mordí sin querer un día y le arranqué un trocito de oreja! (fue sin querer, lo juro), es que estaba empeñado en olerme el culo y yo no quería. Pero ahora ya somos muy buenos amigos y me encanta ir al pueblo a visitarle y jugar con él, aunque es un poco bruto.
En la foto de abajo justo acababa de salir de la perrera, mi padre le llevó al veterinario a hacer los papeles necesarios. Se pone super contento cuando vamos a visitarle, creo que es muy feliz con nosotros.
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